martes, mayo 18, 2010

¿PORQUE DEBERÍAMOS PENSAR DIFERENTE?

Al vivir en una sociedad con un amplio espectro de formas de pensar, nos damos cuenta que podemos concordar en muchas cosas, sin embargo siempre habrá características personales que distinguen la forma de pensar de cada uno.

Las cosas que influyen en nosotros para definir nuestra forma de pensar, no vienen de nosotros, sino de fuera. Estas cosas tocan nuestra vida de tal forma que dejan su huella en nuestras emociones, ya sea que hayan sido dolorosas o gratas.

Pero sí hemos creído en Cristo, debemos reconocer que hay algo que nos hace diferentes de las demás personas. Es cierto que esto puede sonar a soberbia, sin embargo debemos ser honestos en cuanto a lo que creemos, pues dar crédito a lo contrario sería mentir sobre aquello que afirmamos creer. Y a esto debemos responder con bases reales en la palabra de Dios.

De acuerdo a la Biblia, el ser humano fue creado a imagen y semejanza de Dios. Pero debido a que cayó en pecado, su naturaleza fue dañada completamente. Por ese motivo tiene la tendencia a hacer lo malo siempre. Es cierto que hace cosas buenas, eso es debido a que fue hecho a imagen de Dios, aunque ahora esa imagen esté desvirtuada. Por lo tanto encontramos que la persona más buena, es capaz de hacer maldad y la persona más malvada llega a hacer cosas buenas en algún momento.

Sin embargo, al recibir a Cristo y creer en su nombre, lo que ocurre es que nacemos de nuevo. Este nuevo nacimiento no es físico. Jesús aclaró esto al responder a la pregunta del notable maestro de Israel, Nicodemo. (Ver Jn. 3:1-13). Este nuevo nacimiento no se efectúa bajo la naturaleza humana dañada, de otra forma tomaría el mismo rumbo que en el primer nacimiento (1P. 1:23). Pero ya que el problema humano reside en su naturaleza dañada por el pecado, entonces la solución está en recibir una nueva naturaleza. Por lo tanto, al nacer de nuevo, además de recibir el perdón de los pecados, participamos de la naturaleza de Dios (2P. 1:4). Pues sólo de esta forma Dios llevará a cabo el plan que tiene para el cristiano, transformarlo para ser la imagen de Jesucristo (Ro. 8:28-29).

Al nacer de nuevo entramos en una nueva etapa, debido a que en ello no se elimina nuestra naturaleza dañada, pero nos es posible entender las cosas del Espíritu pues ya tenemos la naturaleza correcta (Ver 1 Co. 2).

Eso es lo que nos trae una nueva capacidad de entender las cosas que ocurren en nuestra vida. Ya no bajo la perspectiva meramente terrenal y humana, sino bajo la perspectiva de Dios.

Es bajo esa nueva naturaleza que podemos comprender lo que Dios está haciendo y de esa forma nuestra perspectiva cambia.

Al venir a Cristo muchas cosas cambiaron en nuestra vida. Aunque no todas estas cosas se manifiestan instantáneamente, hay cambios efectuándose en nosotros.

El nuevo nacimiento es el cambio inicial en nuestra relación con Dios. A ello debemos agregar los demás cambios que nos llevan a pensar diferente.

Una de las verdades esenciales en la vida del cristiano es “El perdón de Dios” Este hecho nos afecta, ya que no vemos la vida igual cuando nos sentimos culpables que cuando nos sabemos perdonados. Esto se debe a que ya no nos preocupa entrar al cielo debido a que ya tenemos entrada a él.

Saber que el perdón de nuestros pecados nos fue dado por Dios sin que lo mereciéramos y sin que nos costara, nos permite ver la vida con gratitud a Dios. Este perdón es lo que más necesitábamos en nuestra vida, pero estaba fuera de nuestro alcance.

De este perdón se derivan más cambios que afectarán nuestra forma de pensar y de vivir, pues el perdón implica un rompimiento con las cargas del pasado, de ahí que el que ha sido perdonado puede perdonar y de esa forma sanar su pasado.

Quien ha sanado las heridas del pasado ya no vive esclavizado al pasado, ya no toma decisiones basado en decepciones pasadas o en resentimientos y rompe con una visión pesimista de la vida actual, pues ahora mira a la eterna.

De es forma, cuando uno ha resuelto su pasado, su forma de pensar se define por el destino al que va.
Cuando una persona piensa que esta vida es todo lo que tiene, sus esperanzas reposan en lo que pueda lograr aquí y las cosas que ocurran en esta vida determinan sus alegrías y su gozo.


Pongamos un ejemplo, quien va a la tienda de la esquina, no necesita ningún tipo de preparación, quien va al trabajo, por lo menos se baña y se arregla, quien va de paseo prepara las cosas que ha de requerir y quien va de viaje prepara una maleta, unos boletos o manda el auto a revisión y toma un tiempo de planeación. Y no digamos todo lo que se requiere cuando alguien sale para mudarse de ciudad.

Así es con aquel que ha creído en Cristo y que sabe que va más lejos de esta vida. Sabe que esta vida no es todo lo que Dios le ha preparado, sino que actualmente Cristo le está preparando un lugar en la casa de su Padre.

Si entendemos esta vida como algo pasajero, y al mundo como un lugar al cual no pertenecemos, porque sólo vamos de paso, tenemos una perspectiva distinta de las cosas y por lo tanto pensamos diferente.

Si a todo esto que hemos visto, agregamos el tremendo peso que tiene el hecho de que quien ha nacido de nuevo, tiene la mente de Cristo, sólo podemos concluir que para un verdadero cristiano...

¡NO HAY EXCUSA PARA NO PENSAR DIFERENTE!


Lo más importante que debemos comprender sobre el hecho de tener la mente de Cristo, es que eso significa que Dios está trabajando en nosotros.

Su obra en nuestra vida consiste en equiparnos con lo necesario para conocerle mejor.

Esto significa que en nuestra forma natural de pensar no podemos comprender lo que Dios es y lo que hace. Los filósofos y teólogos humanistas lo han intentado durante siglos y al no comprenderlo, han preferido desecharlo.

Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos. Isaías 55:8-9

Definitivamente como humanos estamos imposibilitados para conocer a Dios. Es por eso que requerimos de su obra, al darnos la mente de Cristo.

Reuniones: Domingos 12:00 hrs.
Claveles 27, Izcalli Cuauhtémoc I, Metepec, México. México.