miércoles, abril 03, 2013

CRISTIANISMO VS HUMANISMO.


Este breve escrito tiene como objeto meramente resaltar la diferencia entre el pensamiento humanista y el pensamiento cristiano. Esto se deriva de la fuerte presión que las iglesias experimentan ante la gran cantidad de corrientes de pensamiento que la asedian y que tienen un solo origen: El pensamiento humanista.

HUMANISMO. Es la forma de pensamiento donde el ser humano es la medida de todas las cosas. Es decir que todo se mide en base al ser humano, si es bueno para el ser humano entonces es bueno. Si es grato al ser humano, entonces es grato, si es malo para los propósitos del ser humano entonces es malo.
Una forma directa de entender esto es que todo parte del ser humano y apunta hacia el ser humano, teniendo todo lo demás (incluyendo a Dios) como su instrumento.

CRISTIANISMO. Es la forma de pensamiento donde Cristo es la medida de todas las cosas. Es decir que todo se mide en base a Cristo, si es bueno para Cristo, entonces es bueno. Si es grato para Cristo, entonces es grato, si es contrario al propósito de Cristo, entonces es malo, de hecho es pecado.
En este punto es necesario aclarar que esto se debe definir como “Cristo según el Evangelio” pues el término “Cristo” separado de la Biblia puede significar cualquier cosa, hasta los esotéricos lo utilizan de acuerdo a su pensamiento.

Y de la misma forma en que lo afirmamos respecto del humanismo, todo lo que es de Dios parte de Dios y apunta a Dios, teniendo todo lo demás (incluyendo al ser humano) como su instrumento.
Así es como Romanos 11:36 lo expresa: Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.

Y en ese mismo sentido Efesios 1 habla de que el propósito de nuestra salvación era para la gloria de Dios.

En realidad todo lo que pudiéramos pensar respecto de la obra de Dios en el cristiano ha sido hecho por iniciativa de Dios, ese es el punto fundamental de la Gracia. Nuestra salvación, nuestra perfección, el amor de Dios, su espíritu morando en nosotros, ser participantes de su naturaleza, tener la mente de Cristo etc. Todo ha sido iniciativa de Dios, de tal modo que se origina en Dios, y tiene como finalidad la gloria de Dios. Es por eso que la palabra nos dice que Dios es quien pone en nuestra boca la alabanza (Sal. 40:3), pues ésta no tiene como origen al ser humano, sino a Dios mismo.

Es cierto que muchos cristianos reconocen la gracia de Dios en su salvación, pues esta se basa en la obra de Cristo. Pero es cierto también que en su mente tienen la idea de que su perfección es obra de ellos. Sin embargo la Biblia nos enseña que esto también es por gracia, es decir que proviene de Dios (Sal. 138:8, Fil. 1:6 y 2:13, 1P.5:10).


LA IDEA HUMANISTA DE DIOS Y SU IGLESIA

Debido a que el humanismo tiene al ser humano en el centro, cuando se habla de Dios, éste se muestra como un instrumento para los fines del ser humano. Por lo tanto se piensa que el deseo de Dios se ajusta al deseo humano y a sus reglas.

Y aunque se puede crear una larga lista de, “qué es lo que desea el ser humano”, todo puede resumirse en la búsqueda de su comodidad. Aunque esto puede variar según los tiempos, la realidad es que la insatisfacción del “modernismo” llevó al ser humano occidental a la búsqueda de la satisfacción, por lo que para el posmodernismo actual esto se centra en su comodidad.

De ahí que la enseñanza en muchas iglesias tenga como centro al ser humano, y Dios es predicado como una herramienta que “ha de bendecir”, “ha de mejorar el matrimonio” o “traer salud” entre otras muchas ofertas. Estos son temas utilizados para atraer a la gente, porque son atractivos a un mundo en gran necesidad. Pero no por eso dan la respuesta correcta, ya que tales temas se manejan en base al deseo humano y no en base a la palabra revelada de Dios, la cual es la Biblia y que nos llama a reconocer que somos pecadores y debemos arrepentirnos, creyendo en la obra de Cristo como suficiente para nuestra salvación.

Pero tal promoción es muy notoria en una gran cantidad de iglesias hoy en día, principalmente en el movimiento Neo Pentecostés, lo cual ha sido clave para la formación de las llamadas “mega iglesias”.
Si bien, el movimiento Neo pentecostés tuvo un buen anhelo en sus inicios, esto se vio afectado seriamente por la intromisión del pensamiento humano, principalmente a través del gnosticismo y el esoterismo. Pero para ver más de ese tema se puede consultar http://www.cristianismohistorico.org/2009/10/16/evanprosperidad1/ .


LA IDEA CRISTIANA DE DIOS Y SU IGLESIA

Ahora bien, es importante entender cuáles son las desviaciones en la forma de pensamiento de la Iglesia, pero más importante es entender cómo debemos pensar sí en verdad somos de Cristo.

Como hemos dicho, todo lo que se refiere a Dios, parte de Dios y apunta a Dios. Y si comprendemos cual es el propósito de Dios en la obra que realiza en el ser humano, podemos entender con mayor claridad lo que Dios está haciendo hoy en día.


Romanos 8:29 nos dice que la obra de Dios ha transformarnos para ser la imagen de su Hijo Jesucristo. Si bien, el ser humano fue creado a imagen y semejanza de Dios, esto fue dañado por el pecado, de tal modo que ahora está muerto en su pecado por lo que es incapaz de dar gloria a Dios, andando en sus propias pasiones (ver Efesios 2:1-3).

Pero Dios se ha revelado a sí mismo (Jn. 1:18), por lo que la imagen de Dios, la imagen visible del Dios invisible es Cristo (2 Co. 4:4, Col. 1:13-15). Así que al restaurar su imagen en el ser humano, Dios nos transforma para ser la imagen de su Hijo Jesucristo.

Por lo tanto todo lo que vivimos, ya sean tiempos de gozo y paz, o tiempos de dificultad (2Co. 4:17, Stg. 1:2-4, 1P. 1:6-7), operan para el propósito de Dios en nuestra vida.

Al comprender esto, entendemos que alabamos a Dios, no para sentirnos mejor, ni para que nos dé más de sí mismo, pues ya habita en nosotros. Le alabamos porque él es digno de ser alabado, y reconocemos su obra en nuestra vida, por lo cual le damos gloria.

Del mismo modo, leer la Biblia, orar, meditar en el mensaje de su palabra; no tienen como objeto la solución de nuestros problemas, sino más bien nuestra perfección. Nos congregamos como hijos de Dios para ser edificados, y aunque eso nos lleve a batallar en nuestra vida, al final llegaremos todos juntos a ser en todo como Cristo (Ef. 4:11-16), pues esa es la finalidad de la Iglesia.

Al decir que nuestra perfección es obra de Dios, no estamos negando el hecho de que debemos ser participantes de ello. De hecho debemos participar no solo en nuestra perfección, sino en la de los demás creyentes, como colaboradores de Dios.

CONCLUSIÓN

Podríamos resumir la diferencia entre el humanismo y el cristianismo de la siguiente manera:
El humanismo enseña que Cristo murió en la cruz para darnos una vida mejor; el cristianismo enseña que Cristo murió en la cruz para que tuviéramos comunión con él, y así ser transformados a su imagen.

Mientras el humanismo ve esta vida como lo más importante, el cristianismo ve esta vida como la preparación para la eternidad que hemos de vivir en comunión con Dios.