¿Qué
importancia tiene reconocer nuestras debilidades?
Aquel
que no reconoce que es pecador no puede aceptar a un salvador. Por lo tanto no
puede recibir la gracia de Dios aunque esté disponible para sí.
Pero
ha sido a través de este reconocimiento como llegamos a Cristo, aceptando
nuestra condición de pecadores, reconociendo nuestra necesidad de un salvador.
Y así es como la gracia de Dios se hizo efectiva en nosotros para darnos perdón
de pecados y vida eterna.
Sin
embargo muchos han limitado la gracia a este punto, sólo para la salvación.
Pero la Biblia nos enseña que la vida cristiana se vive de la misma manera en
que recibimos la salvación, por gracia.
Esto
significa que debemos reconocer nuestra incapacidad para vivir en Cristo y
necesitamos aprender a depender de Dios en todo tiempo.
De
hecho cada tropiezo que tenemos, cada falla, son resultado de nuestra falta de
dependencia en Dios, quien ha dicho que resiste a los soberbios y da gracia a
los humildes (Salmo 138:6, Santiago 4:6). Y esto se debe a que cuando estábamos
sin Cristo y en pecado, buscábamos depender de nuestra capacidad y fuerza. Eso
era “soberbia” pues buscábamos nuestro propio camino. Pero el primer acto real
de humildad para recibir la gracia de Dios fue reconocer nuestra posición de pecadores
y nuestra necesidad de ser perdonados.
Y
es en esta misma humildad que debemos vivir la vida cristiana. De hecho,
madurar significa aprender a depender cada vez más de Dios y menos de nosotros
mismos, reconociendo nuestras debilidades.
Tal
vez la mayor enseñanza dañina que se ha introducido encubiertamente en la
iglesia hoy en día, es la que enseña al cristiano a vivir por recompensas. Le
habla de sembrar, tomar autoridad, buscar estrategias de excelencia, libertad
financiera, etc. Todo esto para ser independiente de Dios. El argumento bajo el
que se enseña esto es “Dios ha ya hecho su obra, ahora todo depende de ti”. El
resultado de esto ha sido, movimientos y cristianos inflados de soberbia, cada
vez menos semejantes a Cristo.
Pero
nosotros debemos buscar depender más de aquel que dijo que “el que comenzó en
nosotros tan buena obra la perfeccionará hasta el día de Jesucristo (Filipenses
1:6), pues él produce en
nosotros el querer (el deseo) así como el hacer (la capacidad) para que se
cumpla su buena voluntad” (Filipenses 2:13).
En Cristo,
J. David Amador
Pastor
En Cristo,
J. David Amador
Pastor