viernes, julio 11, 2014

Reconociendo Nuestras Debilidades

¿Qué importancia tiene reconocer nuestras debilidades?
Aquel que no reconoce que es pecador no puede aceptar a un salvador. Por lo tanto no puede recibir la gracia de Dios aunque esté disponible para sí.
Pero ha sido a través de este reconocimiento como llegamos a Cristo, aceptando nuestra condición de pecadores, reconociendo nuestra necesidad de un salvador. Y así es como la gracia de Dios se hizo efectiva en nosotros para darnos perdón de pecados y vida eterna.
Sin embargo muchos han limitado la gracia a este punto, sólo para la salvación. Pero la Biblia nos enseña que la vida cristiana se vive de la misma manera en que recibimos la salvación, por gracia.
Esto significa que debemos reconocer nuestra incapacidad para vivir en Cristo y necesitamos aprender a depender de Dios en todo tiempo.
De hecho cada tropiezo que tenemos, cada falla, son resultado de nuestra falta de dependencia en Dios, quien ha dicho que resiste a los soberbios y da gracia a los humildes (Salmo 138:6, Santiago 4:6). Y esto se debe a que cuando estábamos sin Cristo y en pecado, buscábamos depender de nuestra capacidad y fuerza. Eso era “soberbia” pues buscábamos nuestro propio camino. Pero el primer acto real de humildad para recibir la gracia de Dios fue reconocer nuestra posición de pecadores y nuestra necesidad de ser perdonados.
Y es en esta misma humildad que debemos vivir la vida cristiana. De hecho, madurar significa aprender a depender cada vez más de Dios y menos de nosotros mismos, reconociendo nuestras debilidades.
Tal vez la mayor enseñanza dañina que se ha introducido encubiertamente en la iglesia hoy en día, es la que enseña al cristiano a vivir por recompensas. Le habla de sembrar, tomar autoridad, buscar estrategias de excelencia, libertad financiera, etc. Todo esto para ser independiente de Dios. El argumento bajo el que se enseña esto es “Dios ha ya hecho su obra, ahora todo depende de ti”. El resultado de esto ha sido, movimientos y cristianos inflados de soberbia, cada vez menos semejantes a Cristo.
Pero nosotros debemos buscar depender más de aquel que dijo que “el que comenzó en nosotros tan buena obra la perfeccionará hasta el día de Jesucristo (Filipenses 1:6), pues él produce en nosotros el querer (el deseo) así como el hacer (la capacidad) para que se cumpla su buena voluntad” (Filipenses 2:13).

En Cristo,
J. David Amador

Pastor