¿Cuál
debe ser la postura sincera que la Iglesia debe tener ante el avance de las
propuestas del LGTB, la crisis moral y social de nuestro país, la crisis
política y la crisis de gobierno?
¿Es el mundo el que debe cambiar
o es la iglesia la que debe cambiar?
Salmo 128
1
Bienaventurado todo aquél que teme al SEÑOR, Que anda en Sus caminos.
2 Cuando comas del trabajo de tus manos,
Dichoso serás y te irá bien.
3 Tu mujer será como fecunda vid En el
interior de tu casa; Tus hijos como plantas de olivo Alrededor de tu mesa.
4 Así será bendecido el hombre Que teme al
SEÑOR.
5 El SEÑOR te bendiga desde Sion, Veas la
prosperidad de Jerusalén todos los días de tu vida,
6 Y veas a los hijos de tus hijos. ¡Paz sea
sobre Israel!
Meditando en este salmo para
exponerlo a la iglesia, consideré, la situación que la iglesia vive hoy en día,
asi como el rumbo que ha tomado la sociedad en nuestro país (México) y el mundo
occidental en general.
“Bienaventurado todo aquél que
teme al SEÑOR”, dice el salmo, y lo primero que debemos considerar es el término
“que teme al SEÑOR”.
El gran problema de muchos
cristianos para andar en el temor del Señor, es que no tienen claro a que se
refiere este término.
Algunos preguntan ¿si la Biblia
me enseña que Dios me ama, porque debería tenerle miedo? Otros mas exponen
dudas semejantes.
La respuesta más común para
explicar este concepto es: no se trata de tenerle miedo, sino de tenerle
reverencia y respeto.
Esto es correcto, pero siendo
sinceros, no resuelve la duda, en realidad no responde a la verdadera inquietud.
Así que expongamos el término “temer”
por medio de ejemplos:
Cuando una muchacha se viste de
determinada manera, le preocupa lo que dirán sus amigas, ella tiene temor de
sus amigas. Cuando un joven hace algunas cosas preocupado por lo que dirán sus
amigos, él tiene temor de sus amigos. Alguien que se pregunta lo que dirán sus
conocidos, tiene temor de ellos, eso es tener temor,
Todos tenemos temor de alguien en
esta vida, y eso no significa que le tengamos miedo.
La Biblia enseña que lo correcto
es, que tengamos temor de Dios. Es decir, que al decidir sobre algo, o antes de
hacer algo pensemos “¿qué dirá Dios de mi si hago esto o digo aquello? ¿qué
pensará Dios de mí?”.
En pocas palabras temor a Dios es
que nos importa lo que Dios piensa de nuestras acciones o pensamientos. Y tomar
eso en cuenta es lo que hace bienaventurado al hombre.
Pero lo que medité
respecto de este pasaje es:
- ¿vivimos en el
temor de Dios como pueblo de Dios?
- ¿En realidad la
iglesia se pregunta lo que Dios ha de pensar sobre ella por las cosas que hace?
- ¿Los predicadores
se preguntan qué pensará Dios de ellos por lo que predican?
- ¿Los padres de
familia cristianos se preocupan por su estilo de vida y por lo que enseñan a
sus hijos?
- ¿Los que dirigen el
canto en la iglesia y los que escriben música están pensando en lo que Dios
opina de sus acciones y sus cantos?
No es raro encontrar
a algunos cristianos desarrollando planes y después de que el plan está hecho,
ponerlo en las manos de Dios, para que él respalde tal plan; pero no consultan
a Dios.
En realidad muchos ni
siquiera se interesan en si Dios es real o no, la iglesia es solo una empresa
que hay que impulsar, un nicho de mercado.
La comodidad y un
buen estilo de vida se han vuelto las metas de la mayoría de los cristianos,
y no es que esto sea malo en sí, pero no
es por lo que Cristo murió.
Muchos asisten a la
iglesia a participar de un buen tiempo de canto, algo que les conmueva y toque
su corazón, para sentir “bonito”; y a la vez escuchar un mensaje alentador que
les levante el ánimo. Ofrendan para que su conciencia esté tranquila.
Pocos son los que en
verdad están deseosos de ser transformados por Dios en su vida personal, para llegar
a ser la imagen de Cristo.
Ya es común hoy en
día ver al evangelio correr por las calles totalmente diluido. Muchos
personajes populares son cristianos y asisten a la iglesia del pastor fulano o
zutano. Cualquiera se dice cristiano sin siquiera saber qué fue lo que dijo
Cristo, pues la meta es lograr buena asistencia al culto y no que la gente se
convierta de las tinieblas y el pecado, a Cristo.
Por lo tanto, al
pensar en lo que ocurre en muchos países donde la palabra de Dios se predica
con una amplia libertad, la oposición y decadencia, el avance de ideologías como
la del Lobby Gay, debemos pensar ¿es el diablo el que actúa o es Dios quien
está obrando en su pueblo.
Es importante reconocer
que la iglesia nunca ha sido enemiga de los homosexuales. Históricamente no los
ha despreciado como personas, y si alguien ha hecho violencia contra ellos,
como lo señalan para justificar sus ideas, no hemos sido los cristianos.
Sin embargo es una
realidad que el movimiento que hoy dice representar “los derechos de los
homosexuales (LGTB)” ve en los cristianos un firme opositor, un enemigo, pues
su manejo del concepto de “homofobia” está dirigido a señalar a todos los que
no comparten sus ideas, y es intolerante contra ellos.
A esto podemos sumar
los conflictos sociales, manifestados en marchas, plantones, el descaro de los
políticos, los problemas económicos generalizados, las leyes claramente
diseñadas para favorecer a un grupo en particular en menoscabo del resto del
país, la crisis moral, la ya tan común violencia desatada, etc.
Esto nos lleva a
pensar ¿debe ser la sociedad la que debe cambiar o es la iglesia la que debe
cambiar?
Dios mismo fue quien
puso al pueblo de Israel en dificultad a lo largo del libro de Jueces por su
falta de temor manifestado en su idolatría, y una vez que se volvían a él, eran
liberados.
Fue Dios quien dejó permanecer
a algunos pueblos cananeos entre Israel para probarlos y hacerles entender su
necesidad de buscarle y depender de él.
Llama la atención el
hecho de que el pasaje más predicado en los 80’s era 2 Crónicas 7:14
“Y se humilla Mi
pueblo sobre el cual es invocado Mi nombre, y oran, buscan Mi rostro y se
vuelven de sus malos caminos, entonces Yo oiré desde los cielos, perdonaré su
pecado y sanaré su tierra.”
Sin embargo tan pronto
el profesionalismo, la autosuficiencia y la autocomplacencia tomaron el lugar
de Dios, la iglesia dejó de buscar a Dios y se olvidó que el poder de Dios se
perfecciona en la debilidad.
Pablo habla de la dolorosa
enseñanza que recibió cuando Dios le envió un aguijón para no exaltarse por la extraordinaria
grandeza de las revelaciones que recibió.
Pero hoy en día es
común ver cristianos exaltándose a sí mismos, en revelaciones, palabras
proféticas, logros personales, etc. sin pensar en lo que Dios dice sobre eso.
¿Es la situación
actual el aguijón que Dios ha puesto para que su poder se perfeccione en la
debilidad de la iglesia?
La realidad es que no
es la sociedad la que necesita cambiar, es la iglesia la que debe cambiar. Su
falta de temor a Dios es por lo que Dios le ha traído situaciones que le
recuerden que debe mirar a él.
Lo que debemos
considerar es que es tiempo de volver a vivir en el temor de Dios, y aprender
nuevamente a depender de él.
La iglesia debe
volverse a Dios, a tener temor de Dios.
En
Cristo
J.
David Amador M.
Pastor
Citas
en la NBLH, Nueva Biblia de los Hispanos o Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy.
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