viernes, abril 20, 2018


EL DESEO DE DIOS
A lo largo de la Palabra de Dios se encuentra un concepto que no cambia, ya sea antes de la Ley de Moisés, durante o después de ella.
Dios se goza en su creación. Su deleite en ello se muestra en que todo lo que había creado era “bueno en gran manera” (Gn. 1:31). Del mismo modo, antes de entrar a la tierra de Canaán, Dios llama al pueblo de Israel a que cumpla sus mandamientos a fin de que él se goce sobre ellos del mismo modo en que se gozó sobre sus padres (Dt. 30:9).
Pero el apóstol Pablo aclara que este gozo de Dios, no se trata de la mera obediencia a la ley, pues la ley era imposible de ser cumplida totalmente, por lo cual no podía dar salvación a nadie, demostrando la imposibilidad de la salvación por obras.
Por lo tanto, en Romanos 10:5-9, al citar Deuteronomio 30:11-14; nos instruye en el hecho de que la obediencia debe de tener su base en la fe. Del mismo modo el escritor de la Carta a los Hebreos, en  Hebreos 4:2, nos explica que el evangelio que creímos, también se le dio al pueblo de Israel, pero a ellos no les aprovechó en nada por no haber ido acompañado de fe en los que la oyeron.
A esta obediencia por fe se agrega un elemento más, el cual diríamos es consecuencia de la fe misma y es el amor a Dios. En el libro de Deuteronomio, Moisés enseña la ley a la nueva generación, no la que salió de Egipto, sino la que ha de entrar a Canaán. A ellos nueve veces les manda a amar a Dios con toda su alma y todo su corazón.
Lo que Dios nos enseña a través de esto, es que su deseo no es una mera obediencia que cumpla con las reglas, pero que únicamente se sujete a las formas sin transformar la vida. Lo que él desea de nosotros es que al vivir por la fe, cumplamos con su Palabra y le amemos, de este modo creceremos en él, y él se gozará en nosotros.
En Cristo,
J. David Amador.
Pastor

sábado, febrero 03, 2018

Afirmando nuestro conocimiento de Cristo
A partir de este domingo (7 de enero 2018) iniciamos el estudio de lo revelado sobre Jesús en la Carta a los Hebreos.
El propósito al llevar a cabo el estudio de este libro de la Biblia es el de formar un concepto más completo sobre la persona de Jesucristo, en cada uno.
Lo que creemos acerca de Dios, lo que creemos acerca de Jesús como Dios, Hijo de Dios y como Salvador, influirá en mucho en nuestra propia identidad como cristianos y por lo tanto en la manera en que vivimos y en cómo lo damos a conocer a las demás personas.
Esto deberá llevarnos a entender más el concepto de “ser la imagen de Cristo”, así tendremos más claro a que se refiere Dios cuando en la Biblia nos enseña que este es su propósito con nosotros, y que es lo que espera ver en nosotros.
Por lo tanto esperamos que al estudiar lo que Dios nos revela en este libro, seamos plenamente capaces de ajustar nuestra vida a lo que Jesús va significando para nosotros.

Desde el inicio del estudio de la carta a los Hebreos encontramos las características esenciales de Jesús respecto de su relación con la iglesia.
Lo que la carta nos dice es que:
- Jesús es el canal de revelación de parte de Dios para nosotros. Esto elimina la subjetiva e inestable corriente de profetas modernos que han logrado llevar de vuelta a un gran grupo de creyentes a la iglesia de la edad media. Lo que leemos es que ahora Dios ha hablado por medio del Hijo.
A los padres, en otro tiempo, les habló por medio de los profetas, pero ya no estamos en los tiempos del Antiguo Testamento, aunque algunos predicadores abusan de la predicación del Antiguo Testamento para manipular por medio de él.
Por lo tanto debemos entender el sentido lineal y progresivo de la historia bíblica, pues nosotros estamos en los postreros días, estos días finales que iniciaron con la ascensión de Cristo y no como los sensacionalistas que haciendo gala de supuestas señales, afirman que estos, los de este año, son los días finales, impresionando a muchos con su ideología.
Es así que en estas primeras líneas de la carta vemos que un correcto concepto de Jesucristo, tomado de su Palabra, derriba argumentos engañosos. Y el concepto que sigue puede de igual manera instruir a quienes se les ha enseñado que por ser “hijos del Rey, se merecen lo mejor”. Pues el Hijo, es el heredero de todo, como Juan 3:35 señala:
"El Padre ama al Hijo y ha entregado todas las cosas en Su mano.
Y aunque Romanos 8:17 señala que somos herederos por ser hijos, y por lo tanto somos coherederos con Cristo, entendemos que no hay herencia sino por el mérito de Cristo, no por el nuestro, pues somos herederos debido a él, en quien nuestra vida está escondida (Col. 3:3).

Es importante colocar al Hijo en el lugar correcto, por eso la Biblia nos dice que él es el creador, y la carta señala que Dios ha creado todo por medio de él.
Él Hijo es la “Palabra” (logos), la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre y que nos ha dado una nueva vida (1 P. 1:18). Es la Palabra viva, eficaz y cortante que discierne los pensamientos y las intenciones del corazón, ante la cual nada está oculto (Heb. 4:13-13).
Por lo tanto es la revelación de Dios por medido de la cual él se ha dado a conocer (Jn. 1:18), esa es la razón de que la carta nos diga que Jesús, el Hijo, es el resplandor de la gloria de Dios y la expresión exacta de su naturaleza. O en las palabras que él mismo dijo “el que me ha visto a mí, ha visto al Padre”, pues él es la imagen del Dios invisible (2 Co. 4:4, Col. 1:15).
Y además de ser creador, también es el que sostiene todas las cosas. A esto es a lo que los judíos del tiempo intertestamentario se refirieron como “providencia”, ya que es el Hijo quien sustenta todas las cosas por la palabra de su poder.
Jesucristo, una vez que llevó a cabo la purificación de los pecados, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, ahí en el lugar donde Dios después de resucitarnos con Cristo, nos sentó con él en los lugares celestiales (Ef. 2:6).
Esto habla de una obra que ha sido completada en su totalidad (Jn. 19:30), pues es importante reconocer la certeza de nuestra salvación en la obra de Jesucristo, y la totalidad de la obra, que aunque por ahora apenas estamos experimentado en nosotros, es resultado de una obra completa a la que no hay que agregarle nada más.
Por todo esto que vemos en los primeros versículos de la Carta a los Hebreos, entendemos la importancia de un correcto concepto de Jesucristo, revelado por él mismo en su Palabra.

En los años que vienen muchos se seguirán levantando engañando y siendo engañados, incluso engañarán a los escogidos.
Es sorprendente la facilidad con la que el engaño llega a dominar grandes grupos de personas, arrastrando a muchos al error “en el supuesto nombre de Jesús”. Pero todo esto no debería tomarnos por sorpresa, pues Jesús ya había hablado de ello, ya lo había advertido en su Palabra.
La ignorancia nunca ha glorificado a Dios, al contrario, ha destruido al pueblo de Dios y le ha llevado a establecer su propia justicia, como fue el caso de pueblo de Israel:
Porque yo testifico a su favor de que tienen celo de Dios, pero no conforme a un pleno conocimiento. Pues desconociendo la justicia de Dios y procurando establecer la suya propia, no se sometieron a la justicia de Dios.                                                                                                           Romanos 10:2 -3

Y es por eso que debemos meditar en la Palabra y conocer a Dios a través de ella. Sin embargo muchos han tratado de hacer frente al engaño, estudiando en qué consisten los falsos movimientos, a fin de altercar con sus miembros. Eso no se podría considerar malo para nada. Sin embargo la práctica ha demostrado que cuando se lleva a cabo esto, ellos mismos terminan apartándose del camino, llegando a constituirse en un movimiento errado por haber olvidado un principio muy sencillo: conocer a Jesús a través de su Palabra, y no enfocándose en el deseo de definir argumentos en contra de los que engañan.
Aunque debemos combatir ardientemente por la fe que nos ha sido entregada, es importante que tal defensa se base en un certero conocimiento de Cristo a través de su Palabra, y no solamente por tomar versículos de aquí y de allá, sino de una lectura, sería, constante y ordenada, de la Palabra de Dios.
Lo que el escritor de la carta a la Hebreos realiza, es un trabajo que tiene como finalidad guiarnos para vivir correctamente en este mundo, el mundo no cristiano. Y esto lo hace al establecer en nuestra mente y corazón un correcto concepto de Jesucristo que delimitará todas las demás cosas que vamos aprendiendo y le dará orden a las que ya conocemos.

En Cristo,
J. David Amador
Pastor